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En el universo “marketero” los anunciantes se empeñan a menudo en agarrarse como a un clavo ardiendo a lo que ellos consideran sus verdades (pero que luego resultan no ser tales o al menos no del todo).
Hay muchísimas creencias que los “marketeros” dan por ciertas y que no se atreven (lamentablemente) a discutir, pero estas disecciona a continuación Branding Strategy Insider son quizás las más peligrosas:
1. Los millennials son reales como la vida misma
Los “marketeros” están completamente obsesionados con los millennials y se dejan la piel intentando conectar con los jóvenes de entre 18 y 33 años. Pero, ¿hasta qué punto es sensata semejante ofuscación? Lo cierto es que menos del 10% de la población se encuadra dentro de este público objetivo, que dista, por cierto, de ser grupo homogéneo (¿son acaso iguales las personas de 18 años y las de 33 años?). La pura verdad es que los millennials como tales no existen y son sólo una excusa que confirma la eterna obsesión de los “marketeros” con la juventud.
2. La televisión está muerta
Pese a que muchos se les llena la boca gritando a los cuatro vientos la supuesta muerte de la televisión a manos de las más modernas plataformas digitales, la televisión sigue gozando de buena salud. En Estados Unidos, por ejemplo, los consumidores continúan invirtiendo más tiempo en la televisión en el resto de medios a su disposición (incluyendo teléfonos y ordenadores). Por mucho que a algunos les pese, lo cierto es que la gente continúa viendo la televisión, y las marcas hacen bien en seguir invirtiendo en ella. Puede que la “caja tonta” se vea en serios apuros en el futuro, pero por el momento está todavía muy lejos del cementerio.
3. La responsabilidad social corporativa lo es todo
¿Le importa de verdad tanto al consumidor la responsabilidad social corporativa de las marcas? Lo cierto que no. Y si no, para muestra un botón. En 2015, y según un estudio de Reputation Institute, Google se coronó como la marca más reputada en un país, Reino Unido, donde el gigante de internet evade sistemáticamente impuestos. Otro ejemplo de que la responsabilidad social corporativa no es ni mucho menos la panacea es Volkswagen, que pese a haber protagonizado hace apenas unos meses el infame “dieselgate”, continúa vendiendo coches a manos llenas en Europa.
4. El targeting no vale para nada
Si el marketing se queda huérfano de targeting, de lo único que puede hablar con el consumidor (y de manera totalmente abstracta) es de un producto (o en su defecto de un servicio). La segmentación es necesaria para conectar a nivel más personal con el consumidor (y con sus deseos y necesidades) y también para ganar más dinero a largo plazo.
5. La valoración de las marcas importa (y mucho)
¿Importa de verdad la eternamente variable valoración de las marcas? Según Interbrand, Apple tiene un valor de 170.000 millones de dólares. Millward Brown aporta, sin embargo, otra cifra: 240.000 millones de dólares. Y Brand Finance se descuelga también con una cifra completamente diferente: 128.000 dólares. ¿La conclusión? Que los datos (contradictorios) sobre la supuesta valoración de las marcas son del todo irrelevantes.
6. El propósito es lo que lleva en volandas a las marcas (y las hace crecer)
Está bien que las marcas se pertrechen de un propósito (pero siempre y cuando ese propósito sea realista). Si las marcas se cuelgan del brazo de un propósito excesivamente ambicioso, corren el peligro de obsesionarse con inspirar a la agente y perder de vista sus productos y sus servicios. Al consumidor hay que inspirarle, pero también venderle productos y servicios de calidad.
7. El marketing digital es superior
En un universo donde todo es en realidad digital no tiene mucho sentido hablar del marketing digital como de un compartimento estanco. El marketing digital es una de las múltiples tácticas de las que pueden echar mano las marcas para conectar con el consumidor. Pero las que están por encima de las tácticas, las estrategias, no son ni digitales ni analógicas (sino todo lo contrario).
Vía: http://www.marketingdirecto.com/